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TMPI Terapia Manual Pediátrica Integrativa

Marisa Caban, fisioterapeuta

TMPI por las mañanas

Marisa Caban, fisioterapeuta.

Este nuevo concepto o modelo de tratamiento desarrollado por Iñaki Pastor tras muchos años de trabajo, estudio y desarrollo: profesor de RPG, inducción miofascial, posturología,  osteopatía, máster en pediatría, reflejos primitivos con Masgutova, etc. es una herramienta de incalculable valor a la hora de proporcionar al paciente pediátrico una valoración, un diagnóstico, un razonamiento clínico, un tratamiento y unos resultados de la calidad que se merece.

La fisioterapia pediátrica es una herramienta muy valiosa en el tratamiento de niños con alteraciones neurológicas muy severas o en tratamientos de las enfermedades respiratorias para aliviar síntomas y evitar daños estructurales.

Se conoce menos el papel de la fisioterapia en la construcción neurológica de los niños sanos pero que “no funcionan”, de los niños que están constantemente malitos, que presentan problemas de aprendizaje, coordinación y/o comportamiento.

Hasta ahora las distintas herramientas que poseíamos los fisioterapeutas no nos permitían integrar los síntomas, la historia, el entorno, el desarrollo en un todo comprensible y congruente que nos diera una hoja de ruta con la que poder tratar de manera efectiva.

Tratábamos un cólico; una tortícolis; falta de sueño; estreñimiento; plagiocefalia; una obstrucción en el canal lacrimal; una bronquiolitis; una otitis; problemas de deglución…sin embargo no veíamos la relación que tienen unos con otros y cuáles eran las causas que realmente teníamos que abordar.

Con TMPI todo es distinto, ya tenemos un hilo conductor: podemos ofrecer a nuestros pacientes soluciones que antes se nos escapaban. Podemos acompañar a las familias que confían en nosotros en el precioso camino de crecimiento de sus hijos e hijas.

La Terapia Manual en Pediatría

La terapia manual en fisioterapia ha avanzado muchísimo en los últimos 30 años. Se han desarrollado diferentes métodos por todo el mundo sustentados en la investigación y en la evidencia para el tratamiento de disfunciones musculoesqueléticas, pero a pesar del gran avance, estos métodos no han sido desarrollados en pediatría: es como si los bebés y los niños no sufrieran disfunciones ni dolores.

Por ejemplo, la incidencia de bebés con problemas de cuello resultantes de un nacimiento difícil es muy común: las estadísticas de aplanamiento de cabeza ligados a problemas cervicales es del 19%, casi uno de cada 5. Y estos son solo los diagnosticados.

La Fisioterapia del Desarrollo

Como hemos mencionado antes, los problemas graves de neurodesarrollo como una parálisis cerebral tienen su diagnóstico y su tratamiento desde muy temprano en la infancia. En cambio, las alteraciones medias del sistema nervioso central son frecuentemente malinterpretadas tanto por los profesionales como por los padres. A veces se piensa que el niño superará todos sus “retrasos” en los ítems de desarrollo que le faltan, pero un poco más tarde, lo cual no solo no es cierto, sino que en ciertos casos acumula aún más retraso. También se suele atribuir a la propia naturaleza del niño “un poco torpe”. Pero lamentablemente se sabe que la inmadurez del desarrollo en los bebés da una probabilidad muy alta de tener dificultades de atención, de aprendizaje y de comportamiento en los niños algo más mayores.

Cómo se unen Terapia Manual y Fisioterapia del desarrollo

La historia de nuestros hijos no comienza cuando nacen, si no mucho antes, cuando los planeamos. El deseo que tenemos de ellos, los sueños que proyectamos. Cómo nos preparamos para el embarazo (alimentación, ejercicio, trabajo, estrés), el modo en que lo conseguimos (natural, técnicas de reproducción asistida, adopción), cómo se desarrolla la gestación (reposo absoluto, trabajando hasta el último día, con problemas familiares, laborales, enfermedades, medicaciones…), cómo se desarrolla el parto (vaginal, cesárea, ventosa, rápido, lento, espontáneo, inducido…). Absolutamente todo esto y mucho más tendrá que ver en el modo en que nuestro nuevo pequeño comienza su vida y en su desarrollo motor, cognitivo y emocional.

Veamos un ejemplo:

Lucas es ya un precioso niño de 2 años, pero cuando le conocí tenía tan solo 19 días. Le trajeron sus padres porque sufría de cólicos y lloraba desconsoladamente una media de 5 horas cada noche.

En la entrevista la mamá nos contó que durante el embarazo sufrió de hipotiroidismo subclínico, diabetes gestacional, varias infecciones y tuvo que tomar antibióticos. Lucas nació a las 42 semanas tras inducirle el parto porque parece que no quería salir, y tras 24 horas de intento de parto vaginal la doctora decidió realizar una cesárea. No lloró en el momento del parto y tuvo que estar ingresado unos días por hipoglucemia y leucocitosis.

Desde el día que nació solo duerme 10 horas de las 18-20 horas que debería dormir, y aunque se alimenta por lactancia materna no hace más de una caca al día. Pasa todo el día despierto, irritable, quejándose y a las 8 de la noche comienza a llorar durante 5 horas seguidas sin encontrar consuelo.

En las visitas al pediatra este no detectó ningún problema reseñable ni en el comportamiento del niño ni en el desarrollo que no fuera subsanable con el tiempo.

A los 19 días los nuevos padres ya no podían más y necesitaban encontrar soluciones.

Lo primero que me llamó mucho la atención fue la plagiocefalia en el lado izquierdo de la cabeza, la diferencia de forma y movimiento entre ambas piernas y que no pudiera girar la cabeza hacia la derecha.

Como cualquier tratamiento que tenga que ver con cólicos, sueño y estreñimiento ha de comenzar por una revisión de las caderas, columna, cervicales y cráneo, esto me dio pie a comentar a los preocupados padres mis hallazgos. La mamá se sintió muy aliviada porque alguien le comentaba por primera vez una deformidad que ella veía desde el principio, que es común en su familia y a la que nadie había dado importancia.

Pude proporcionarle una explicación causal a como un encajamiento de tantas horas, el último mes de embarazo en el que el bebé no había cambiado de posición y tener que sacar al bebé del canal del parto en la cesárea – con bastante dificultad según contaba la madre – había podido moldear su cráneo y causar las disfunciones en el sueño, la irritabilidad y el llanto. También cómo las medicaciones, el cambio de dieta y los antibióticos le habían robado de una microbiota adecuada para poder traspasar a su hijo y que tanto su sistema inmune como digestivo comenzaran con buen pie.

El trabajo con Lucas consistió en un trabajo manual de las distintas estructuras y tejidos afectados tanto en la deformidad como en la función.

En pocas sesiones dejó de llorar por las noches y comenzó a estar más tranquilo y feliz. Fue aumentando paulatinamente las horas de sueño (lo que nos proporcionó unos padres descansados y con más ánimo y capacidad para atender todas las necesidades familiares) y las deposiciones. Les dimos a los padres unas pautas de reparación del apego que había sido roto a causa de la hospitalización (gracias a nuestras compañeras psicólogas).

A medida que Lucas  crecía les fuimos acompañando en cada paso necesario del proceso de neurodesarrollo, y al corregir las disfunciones de la cadera y la posición de las pierna, le fue posible adquirir las posiciones que debía en cada momento y realizar los movimientos que desarrollarían sus patrones motores e integrarían unos reflejos primitivos que de otro modo habrían quedado activos.

Tratando el cuello y las dorsales altas pudo girar la cabeza y a través de distintas recomendaciones de estimulación tuvo la oportunidad de estar suficiente tiempo boca abajo para apoyar las manos, levantar la cabeza y centrar la mirada. Pudo gatear, cosa que otros miembros de su familia con la misma deformidad no habían podido hacer (piernas en valgo).

Con el tratamiento de la plagiocefalia pudimos centrar los ojos, igualar los maxilares, mejorar la mordida y disminuir mucho del tratamiento dental que deberá recibir en el futuro (su cirujano maxilofacial pediátrico así nos lo comunicó).

El tratamiento con Lucas ha sido un maravilloso trabajo en equipo de los padres, las psicólogas (a través de sesiones clínicas), tratamiento a través de la dieta con PNI, y nosotras, las fisioterapeutas especialistas en TMPI.

Porque repito, sin TMPI esta visión integradora y este tratamiento no habrían sido posibles.